Por Morgana de la Madrid
Aceptar que nos sentimos cómodos con la persona que somos puede ser mal visto socialmente, y de inmediato podemos ser catalogados como soberbios e incluso, perder la simpatía de la gente, porque se asume que esa actitud responde a un deseo de sobresalir y demostrar que se es mejor que otras personas.
La realidad debería ser muy distinta, porque el hecho de reconocer nuestras capacidades y características positivas serviría para fortalecer la autoestima, estar abiertos para descubrir en qué otros campos somos habilidosos, estar conscientes de las áreas de oportunidad y también aprender a reconocer en los demás lo que los hace especiales sin experimentar incomodidad por ello.
Rosemary Altea, autora del libro 'El orgullo del espíritu', afirma que posiblemente hemos aprendido a darnos a los demás, pero que amarnos resulta vanidoso, egoísta y hasta sinvergüenza, "sin embargo, si aprendemos a gustarnos es porque nos hemos atrevido a volvernos mejores seres humanos. Aprender a darnos a nosotros mismos es comprender la necesidad de amor propio que tiene nuestro yo".
En la última entrega de los Premios Oscar, Meryl Streep recibió por tercera ocasión la distinción como mejor actriz por su interpretación de Margaret Tatcher, en la película 'The Iron Lady'. Parte de su discurso fue el siguiente: "Cuando dijeron mi nombre, pude escuchar a la mitad de los Estados Unidos diciendo: ¡Oh, no, por Dios, ella otra vez!". Y aunque de primer impacto da la impresión de que se trataba de un acto de modestia, la realidad es que trataba de recordarnos que no era la primera vez que pasaba por esta experiencia y que su talento una vez más, quedaba de manifiesto.
Sin justificar la acción, ella no hizo más que reconocer de sí misma su calidad interpretativa, que no sería negativo como el hecho de hacer énfasis en que por ser una actriz de excelencia ya resultaba rutina ser galardonada. Este tipo de comportamientos son los que se pueden volver desagradables a los ojos de los demás y también influyen para que sea uno mismo quien se auto censure, a fin de no prestarse a caer en las garras de la vanidad.
La autora sugiere que debemos vernos con plena justicia, sin alardear de las cualidades que poseemos ni tampoco negar que existen. Y afirma que la tendencia que tenemos a engrandecer los errores o defectos llegando incluso a auto ofendernos, lejos de hacernos parecer humildes, nos convierte en enemigos de nosotros mismos.
¿Qué queda por hacer? Indudablemente vernos con una mirada de justicia, hacernos conocedores de lo mejor que poseemos y canalizar esas bondades para compartirlas con los demás. De nada sirve la falsa humildad de las celebridades cuando se les pregunta su secreto para lucir espectaculares si su respuesta es por demás estudiada: "no tengo secretos, soy fan de la pizza y la pasta, pero la naturaleza me favoreció con este cuerpo". Si por el contrario, reconocieran que su figura es el resultado de su disciplina y esfuerzo, no solamente se harían justicia a sí mismas, también serían inspiración para que otras personas buscaran un bienestar real, lejos de la cirugía y los trastornos alimentarios.
Reconocernos en todos nuestros matices es el principio para sentirnos cómodos con la persona que somos, no porque nos conformemos, sino debido a que estamos dispuestos a darnos esos retoques que ayuden a transformarnos en el ser integral en que deseamos convertirnos: orgullosos y conocedores de lo bueno que nos rodea.
Para leer:
- 'Tus zonas erróneas', Wayne W. Byer
- 'En busca de la autoestima perdida', Aquilino Polaino.
"Conocerte a ti mismo, esculpe tu carácter".
http://salud.aollatino.com
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