Junto con un grupo de colegas, el profesor John Love, biólogo de la Universidad de Exeter, alteró a la conocida bacteria E.coli para que produzca un biocarburante prácticamente idéntico al diesel.
Al alterar genéticamente a la bacteria, el equipo investigador pudo transformarla en una eficaz productora, que, al metabolizar el azúcar, produce aceites combustibles.
Si el proceso se logra reproducir a gran escala, este carburante sintético representaría una alternativa a los combustibles fósiles utilizados en la actualidad.
Los biocarburantes buscan reducir la "huella ecológica" del ser humano sobre el planeta al disminuir la cantidad de dióxido de carbono emitido por nuestras herramientas cotidianas. Estos nuevos tipos de combustible, generalmente compuestos por plantas, liberan la misma cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera que la que utilizaría la planta original en su metabolismo.
Si bien la propuesta es buena, al momento, los biocarburantes no han logrado brindar los beneficios esperados a la sociedad. Los aceites vegetales se consumen mucho más rápido que los combustibles fósiles, siendo necesaria una vasta cantidad de los mismos para alimentar a una máquina común. La gran demanda de biocarburantes obliga entonces a los productores a explotar la producción agrícola, frecuentemente talando grandes áreas para poder cumplir con la cuota requerida por la industria.
Además, los biocarburantes necesitan un 5 - 10% de petroleo para funcionar dentro de un motor. Así que, al final, los biocarburantes podrían estar aumentando la emisión de dióxido de carbono indirectamente, en vez de disminuirla.
El caso de la E.coli parece padecer la misma maldición. Según Love, se necesitarían aproximadamente 100 litro de bacterias para producir tan sólo una cucharadita de biocombustibles.
Actualmente, el equipo está trabajando para encontrar una forma de potenciar la producción. También están investigando si pueden alterarlas para que conviertan otros productos en carburantes, como lo serían los desechos humanos y/o animales.
Fuente: Proceedings of the National Academy of Sciences
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