cuerpo trabajando
Normalmente, cuando decimos que nos vamos a la cama a dormir, lo hacemos en la creencia que vamos a darle unas horas de descanso al cuerpo de la fatiga acumulada a lo largo de una dura jornada, sea laboral o no. Pero eso no es exactamente cierto. Nuestro cuerpo, si cabe, registra una actividad tan intensa como en los momentos de vigilia.
Puede parecer una contradicción, pero es lo que hay. No llegamos a la perfección de diseño de lasmáquinas de Von Neumann, aquellas que son capaces de clonarse y crear un nuevo organismo tras su jornada laboral —parece increíble pero ese tipo de comportamientos se da en los microorganismos como las microalgas—, pero sin el sueño seríamos incapaces de regenerarnos. Es decir, moriríamos por desgaste.
Empecemos por el tejado, o sea, por el cerebro. Durante la noche —o la vigilia, para los que disfrutan de ella y duermen de día— el cerebro se pone a trabajar intensamente para reparar los daños causados. Para esta labor restauradora, lo primero que hay que hacer es apagar los circuitos. La actividad del encéfalo disminuye, le llega menos sangre y, por lo tanto, desciende el consumo de oxígeno a la mitad… Es cuando nos entra el sueño. 
Con él, los neurotrasmisores se activan (la dopaminanorepinefrina y serotonina) y empiezan losremiendos. Aumenta la secrección de hormonas, como la melatonina o el cortisol, que se encargan de la fabricación de proteínas que a la larga resultan esenciales para que las cansadas células se regeneren. Eso sin describir que en esas fases del sueño, el disco duro se desfragmenta, procesa toda la información acumulada y discrimina aquella que resulta irrelevante e incorpora o consolida la que entiende como importante (así que no sea cruel cuando el peque se quede dormido en clase, está procesando información).
Pero sigamos con el recorrido. Al ponernos en horizontal, las articulaciones dejan de soportar el peso del cuerpo y los músculos se relajen. En ese momento, la hormona del crecimiento hace su trabajo de corta y pega y dejan a unas y a otros en perfecto estado de revista para cuando el alba haga su aparición.
En lo refererente al metabolismo, los beneficios llegan de la mano del descenso de actividad del corazón. Se ralentiza su funcionamiento y, por lo tanto, transporta sangre de mejor calidad, más rica en proteínas, lo que ayuda a reponer las energías.
Pero no solo se reparan las células, sino que se fortalecen. Durante el sueño liberamos interleucina, una sustancia que promueve la producción de anticuerpos. O sea que también mejora el sistema inmunológico y estamos en mejores condiciones de resistir a los ataques de los virus. De hecho, una de las manifestaciones más palpables de ese trabajo celular lo podemos observar en la piel y en la vista (se regenera la película lagrimal que protege la córnea). Al despertarnos, está más tersa y desaparecen las ojeras. De ahí ese viejo dicho que la cama hace belleza.
Con tanto trajín celular lo raro es que no nos levantemos más agotados que cuando nos tumbamos.