El ser humano se encuentra ubicado, dentro de la escala evolutiva, en el peldaño más alto. Eso nos da una posición de observatorio hasta cierto punto privilegiada, pero por otra parte prepotente. En este sentido, se ha venido pensando en muchos casos que en el mundo animal el concepto de “sexo” se relaciona exclusivamente con la necesidad de perpetuar la especie.
Evidentemente, el ser humano como especie animal no se diferencia del resto de los animales en el tema del sexo y la reproducción, pero tenemos un valor añadido, que es la capacidad de disfrutar del sexo por el mero placer de disfrutar, sin la necesidad de garantizar nuestra descendencia.
Son cada vez mayores las evidencias etológicas que sugieren que los mamíferos superiores podrían tener también deseos de tener sexo por puro placer. En este sentido, es bien conocido que algunos monos se masturban o pueden llegar a usar objetos como elementos para su excitación sexual. En estos casos, queda plenamente claro que el objetivo no es la procreación sino, probablemente, su satisfacción personal. Redundando en este tema de sexo no reproductivo, solo me gustaría comentar que se han reportado unas 1.500 especies con comportamiento homosexual, de las cuales en 500 está demostrada la homosexualidad.
Lo que debe quedar medianamente claro es que con las herramientas actuales no es posible saber con certeza si aquellos animales que tienen sexo sin fines reproductivos obtienen placer del mismo.
En 2006, el comité danés de ética en animales comentaba lo siguiente: “Es probable que los animales estén motivados para realizar la cópula, ya que este acto es una experiencia generalmente positiva. Es por lo tanto razonable asumir que hay alguna forma de placer o satisfacción unida con el acto…”
Si hablamos de mamíferos superiores, queda claro que ni anatómica ni fisiológicamente existe ningún motivo por el que la estimulación de los órganos sexuales no sea placentera durante la cópula con fines reproductivos. Los veterinarios saben bien que la estimulación en ciertas áreas de las vacas o yeguas aumenta las probabilidades de éxito de reproducción, debido a las contracciones musculares del aparato reproductor femenino. Este comportamiento es casi idéntico al de las contracciones durante el orgasmo en las mujeres. En este sentido, ¿por qué no pensar que los animales recuerdan lo placentero y deseen repetir tan grata experiencia?
Hasta que no tengamos un modo fiable de valorar si los animales verdaderamente disfrutan del sexo no reproductivo, no podremos decir la última palabra. Sin embargo, una ultima nota para reflexionar: algunos delfines mantienen relaciones sexuales con individuos de especies distintas. Este hecho podría apoyar la idea de tener sexo por disfrutar y no por reproducirse, pues entre especies muchas veces los híbridos no son o viables o resultan estériles…
Jesús Pintor, catedrático de Bioquímica
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