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jueves, 17 de octubre de 2013
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El legado de un gran hombre que no murió, simplemente se nos adelantó
Hace apenas 48 horas, este sábado 9 de Julio de 2011, en la ciudad de Guatemala, a las 05:20 am, un maravilloso ser humano, un amigo, un vagabundo profesional, un sabio, un místico, un poeta, un amante de la libertad, un profeta llamado Facundo Cabral nos ha dejado por un tiempo.
Para quienes tuvimos la dicha de conocerlo y crecer con él, Facundo Cabral no murió. En sus propias palabras diríamos: “No perdiste a nadie, el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. No hay muerte, hay mudanza.”
Los de su muerte no son importantes aquí, ya que si nos concentramos en esos pobres sicarios asesinos, perderíamos el foco de lo trascendente: recordar a Facundo Cabral a través de su testimonio de .
“Que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas. El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso. Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida.”
Por Facundo siempre sentí un enorme respeto y una gran admiración; escucharlo era y es una pasión. Cuando oí de él por primera vez, recién se había exiliado en México, a mediados de los años 70. Yo era un , él tenía cuarenta.
Todos tenemos un momento en la vida donde nacemos, fuera del momento en que salimos del útero de nuestra . Puedo decir que en aquellos días nací; por él re-conocí a Jesús, comencé a aprender de Krishnamurti, de la Madre Teresa, de Ghandi, los poemas de Walt Withman, Kahlil Gibran…
Facundo Cabral siempre fue coherente entre lo que cantaba, sentía, decía y vivía. Nos hablaba de una realidad diferente a la que el moderno está viviendo, nos mostraba un nuevo estado de conciencia universal, con una armonía perfecta en la relación hombre-cosmos. Su única religión fue el Amor, la más perfecta porque lo abarca .
Facundo Cabral nos mostró lo enfermizo que es pensar una cosa y hacer otra, lo cual nos produce conflictos constantes. Él fue coherente con la coherencia, alcanzó una percepción universal y dio por tierra con la dualidad de felicidad y tristeza, de éxito y fracaso, para alcanzar así los más altos estados de conciencia.
“Para tener una visión equilibrada del universo, debemos escuchar todas las voces y a nuestra intuición, donde todos somos sabios. Sabiduría es comprender, y justicia es armonizar diferencias.”
Facundo Cabral se autodefinía como un vagabundo de primera clase, violentamente pacifista, terriblemente y maravillosamente libre.
Lo caracterizaba su manera de hablar, como si la locura y la poesía vivieran en una misma frase.
Tenía la mirada perdida, o más bien encontrada, como los profetas.
Reía como los sabios y se hacía preguntas en voz alta.
Era incómodo por naturaleza y andariego por convicción.
Era sencillo, por la imperiosa y estricta necesidad de ser verdadero.
Su irreverencia y su honestidad no tenían libre.
Reflexionaba, cantaba, protestaba, cuestionaba, acusaba, defendía, amaba y predicaba sin descanso.
Se le notaban la influencia de Jesucristo y Ghandi, sus conversaciones y amistad con Jorge Luis Borges, Krishnamurti y santas como la Madre Teresa de Calcuta.
Evidenciaba su sobredosis de poetas y filósofos, sus encuentros con presidentes y jefes de estado, con multitudes y personajes anónimos del .
Facundo Cabral había nacido en 1937. Era argentino, porque la tierra cambia de nombre cada tanto, pero era universal, porque cambiaba de destino a cada minuto. Recorrió más de 165 países.
No tuvo una vida fácil. Su padre lo abandonó un día antes de nacer. Facundo se fue de su a los 9 años y vivió gran parte de su infancia en la calle y en reformatorios.
Luego cae preso a los 14 años por su carácter violento. En la cárcel, un sacerdote jesuita de nombre Simón fue quien le enseñó a leer y escribir, lo puso en con la literatura universal y lo impulsó a realizar sus estudios de educación primaria y secundaria.
De adulto, en 1978, perdió a su esposa y su pequeña hija, quienes fallecen en un accidente de aviación.
En los últimos años, aprendió a convivir con el cáncer (al que llamaba “su inquilino”) y la pérdida gradual de la vista.
En fin… para quienes lo conocimos y para aquellos que no tuvieron la dicha, aquí dejo algunas frases recopiladas de Facundo, y más de 3 horas de videos repletos de enseñanzas y anécdotas (sin desperdicio), que pueden ver online o bien descargar en alta calidad, para tener de recuerdo.
Quisiera cerrar este homenaje con las palabras que él mismo pronunciara en su última función:
“Si esta es la última vez que subo al escenario, pinten el cajón de rojo y celebren, porque mi vida fue una fiesta”.
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