El Factor Humano: Nelson Mandela. Sobre el perdón, la esperanza y el cambio por encima de todas las diferencias
Comenzamos diciendo que la que el film INVICTUS es absolutamente real, basada en el de John Carlin, El Factor Humano (The Human Factor). Conviene decirlo, porque podemos creer que es una de esas películas donde toman un personaje histórico (Nelson Mandela) para fantasear con él mezclando ficción y realidad.
Tras ser puesto en libertad, después de 27 años de prisión, Nelson Mandela (Morgan Freeman) se convierte en el primer presidente de la República Sudafricana elegido democráticamente y decreta la abolición del “Apartheid”. La nación Sudafricana sigue desgarrada y dividida, tanto social como económicamente, debido medio siglo de segregación racial, odio y muerte.
Su objetivo es llevar a cabo una política de reconciliación entre la mayoría negra y la minoría blanca. En 1995, la celebración en Sudáfrica de la Copa de Rugby sería el instrumento utilizado por el líder negro para construir la unidad nacional.
Mandela llega a la presidencia en 1994. La situación del país es tensa, la democracia es frágil y hay una elevada posibilidad de terrorismo de extrema derecha. Un año después, llega la Copa Mundial de rugby, que simboliza la división. El de los Springboks (selección sudafricana de rugby) viene a ser el símbolo del odio y de la opresión de los blancos a los negros.
Un político normal pensaría: “Esto es terrible, vamos a procurar minimizar el daño. A ver si logramos sobrevivir a la tormenta. Cerremos los y que pase cuanto antes”. Esa sería la respuesta de un político normal, pero Mandela ve una oportunidad gloriosa de unificar al país. Muy pocos políticos hubieran advertido esa oportunidad.
El factor humano: eso es lo que Mandela valora por encima de las etiquetas y las banderas.
Mandela reconoce que la preferencia política que nos toca en suerte es una casualidad de la , del mismo modo que es una casualidad que nacieras blanco y no negro. Y es cierto: yo observo a mis amigos –unos más de derechas, otros más de izquierdas–, y su opción política es circunstancial. Depende de los padres, de algo que les pasó o vieron… Mandela entiende que, más allá de las distinciones ideológicas, hay un ser humano con el que tiene más puntos en común que puntos de división.
Invictus es una película inmensamente humana. Precioso y difícil tema para llevar al cine. Precioso por lo acertado de mostrar, a través de un campeonato , los grandes valores y principios (esfuerzo, generosidad, grandeza de miras) bien cercanos, creibles, reales… Difícil por lo complicado de poner en antecedentes a los espectadores quizá no muy introducidos en la historia de Mandela y el Apartheid.
Invictus es un film maravilloso porque te olvidas de que es una película, para entregarte a una realidad mayor. Una creación inmensa, capaz de conmover, de remover conciencias, de liberar el alma…
Invictus es una película buena en el sentido más amplio de la palabra. Buena de bondad. Hecha con buena intención y por una buena causa. Noble. Sin mentiras. Nada sensiblera, pero de un latido incontenible. Apasionada. Con una fe inmensa en el ser humano.
“No importa cuán estrecho sea el ,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el dueño de mi destino;
soy el capitán de mi alma”.
Nelson Mandela.
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el dueño de mi destino;
soy el capitán de mi alma”.
Nelson Mandela.
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