El sexo en la tercera edad
POR BÁRBARA REINHOLD
Aunque surgen diferencias, el avance de los años no es impedimento para llevar una vida sexual plena y activa.
A veces hay un prejuicio que pareciera indicar que las arrugas o los efectos de la gravedad en el cuerpo, durante la tercera edad, son sinónimo de castidad. Pero eso es tan sólo un mito, porque la vida sexual no tiene fecha de vencimiento.
El médico psiquiatra y sexólogo clínico Adrián Sapetti, director del Centro Médico de Sexología y Psiquiatría y miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), cuenta que a su consultorio asisten personas de todas las edades: “Tuve pacientes de hasta 92 años. Todo empezó por la cuestión farmacológica y los cambios que hubo a partir del viagra, las hormonas y psicofármacos, que han permitido prolongar la vida sexual de muchos pacientes. El sexo no se termina con la tercera edad. Hay gente que se escuda en eso, pero porque siempre ha tenido problemas”.
La ginecóloga y sexóloga Patricia Granja, de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires, explica: “La sexualidad va cambiando a lo largo de la vida. No es ni mejor ni peor, es diferente y muchas veces tiene que ver con cómo han vivido el sexo esas personas”. En este sentido, León Roberto Gindin, médico sexólogo, miembro de la Academia Internacional de Sexología y profesor de Sexualidad y Salud en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), dice: “No creo que dependa de la edad el aburrimiento sexual, depende de la historia que haya tenido cada uno”.
Para Granja, hay variaciones en la sexualidad que tienen que ver con cambios fisiológicos propios de cada etapa de la vida: “Es muy importante conocerlos para no angustiarse pensando que es una patología. En la mujer, en general, tiene que ver con alteraciones en la lubricación vaginal que es más lenta y necesita estímulos diferentes, constantes y prolongados para que aparezca. Esto tiene que ver con la atrofia vaginal después de la menopausia. Y en el hombre la erección quizás tarda un poco más o surgen dificultades para mantenerla”.
Gindin explica acerca de sus pacientes que los varones consultan, entre otras cosas, porque “quieren tener una mejor erección o quieren resolver problemas provocados en general por el uso de determinadas medicaciones”. Los antihipertensivos, los antidepresivos o los diuréticos son algunos de los medicamentos que bajan la erección, según el especialista. “Todo esto hace que busquen ayuda porque el deseo sexual se mantiene y no lo pueden ejercer”, dice. En el caso de las mujeres, Gindin sostiene que la consulta está más relacionada con la falta de ganas: “En realidad lo que pasa es que el coito para las mujeres mayores se convierte en doloroso, porque la vagina está seca por la menopausia, y tienen que usar estrógenos o algún tipo de tratamiento para que no les incomode”.
En su consultorio, Granja recibe muchas consultas de pacientes pidiendo “permiso”, de alguna manera, y preguntando si son normales las ganas de seguir con una sexualidad activa. Es que si bien la expectativa de vida aumentó y hay un contexto social más favorable que en otra época, el prejuicio, a veces, aún existe. Sapetti afirma: “No es una vergüenza tener deseo sexual a esa edad. Mucha gente dice 'viejo verde' o 'vieja loca'; eso es algo del pasado, de los dinosaurios”. En esto coincide Gindin, y agrega: “Los hijos no pueden aceptar que los padres sigan siendo sexuales”.
Para Gindin es importante, en esta etapa, “mantener la vida sexual activa” y “no renunciar”: “No hace falta tener un coito penetrativo para divertirse sexualmente. Además, no se busca tener hijos en ese momento. Mucha caricia, maniobras orales, todo lo que se les ocurra que haga la vida divertida”, recomienda. En en este sentido, Sapetti sostiene que “mantener la vida sexual activa es mantener las ganas de vivir”.
Si para el amor no hay edad, para el sexo tampoco. Las arrugas no tapan espontáneamente el deseo, sólo hacen que a veces asomen los prejuicios, incluso los propios. Tenerlas o no, no garantiza ni inhibe nada. Ni viejas locas, ni viejos verdes, tan solo personas con derecho a seguir experimentando.
El médico psiquiatra y sexólogo clínico Adrián Sapetti, director del Centro Médico de Sexología y Psiquiatría y miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), cuenta que a su consultorio asisten personas de todas las edades: “Tuve pacientes de hasta 92 años. Todo empezó por la cuestión farmacológica y los cambios que hubo a partir del viagra, las hormonas y psicofármacos, que han permitido prolongar la vida sexual de muchos pacientes. El sexo no se termina con la tercera edad. Hay gente que se escuda en eso, pero porque siempre ha tenido problemas”.
La ginecóloga y sexóloga Patricia Granja, de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires, explica: “La sexualidad va cambiando a lo largo de la vida. No es ni mejor ni peor, es diferente y muchas veces tiene que ver con cómo han vivido el sexo esas personas”. En este sentido, León Roberto Gindin, médico sexólogo, miembro de la Academia Internacional de Sexología y profesor de Sexualidad y Salud en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), dice: “No creo que dependa de la edad el aburrimiento sexual, depende de la historia que haya tenido cada uno”.
Para Granja, hay variaciones en la sexualidad que tienen que ver con cambios fisiológicos propios de cada etapa de la vida: “Es muy importante conocerlos para no angustiarse pensando que es una patología. En la mujer, en general, tiene que ver con alteraciones en la lubricación vaginal que es más lenta y necesita estímulos diferentes, constantes y prolongados para que aparezca. Esto tiene que ver con la atrofia vaginal después de la menopausia. Y en el hombre la erección quizás tarda un poco más o surgen dificultades para mantenerla”.
Gindin explica acerca de sus pacientes que los varones consultan, entre otras cosas, porque “quieren tener una mejor erección o quieren resolver problemas provocados en general por el uso de determinadas medicaciones”. Los antihipertensivos, los antidepresivos o los diuréticos son algunos de los medicamentos que bajan la erección, según el especialista. “Todo esto hace que busquen ayuda porque el deseo sexual se mantiene y no lo pueden ejercer”, dice. En el caso de las mujeres, Gindin sostiene que la consulta está más relacionada con la falta de ganas: “En realidad lo que pasa es que el coito para las mujeres mayores se convierte en doloroso, porque la vagina está seca por la menopausia, y tienen que usar estrógenos o algún tipo de tratamiento para que no les incomode”.
En su consultorio, Granja recibe muchas consultas de pacientes pidiendo “permiso”, de alguna manera, y preguntando si son normales las ganas de seguir con una sexualidad activa. Es que si bien la expectativa de vida aumentó y hay un contexto social más favorable que en otra época, el prejuicio, a veces, aún existe. Sapetti afirma: “No es una vergüenza tener deseo sexual a esa edad. Mucha gente dice 'viejo verde' o 'vieja loca'; eso es algo del pasado, de los dinosaurios”. En esto coincide Gindin, y agrega: “Los hijos no pueden aceptar que los padres sigan siendo sexuales”.
Para Gindin es importante, en esta etapa, “mantener la vida sexual activa” y “no renunciar”: “No hace falta tener un coito penetrativo para divertirse sexualmente. Además, no se busca tener hijos en ese momento. Mucha caricia, maniobras orales, todo lo que se les ocurra que haga la vida divertida”, recomienda. En en este sentido, Sapetti sostiene que “mantener la vida sexual activa es mantener las ganas de vivir”.
Si para el amor no hay edad, para el sexo tampoco. Las arrugas no tapan espontáneamente el deseo, sólo hacen que a veces asomen los prejuicios, incluso los propios. Tenerlas o no, no garantiza ni inhibe nada. Ni viejas locas, ni viejos verdes, tan solo personas con derecho a seguir experimentando.
fuente http://www.clarin.com/
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