Estamos en un mundo en construcción en el que el hombre, al igual que la naturaleza, inventa continuamente
Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química en 1977 y miembro del Consejo Editorial de Tendencias Científicas desde 1988, falleció el pasado 28 de mayo a los 86 años de edad en Bruselas. Fue el creador de una nueva revolución conceptual que recuperó el protagonismo humano para la evolución en lo que él mismo llamó la tercera concepción de la realidad, subsiguiente a la mecanicista de Newton y a la inaccesible del mundo cuántico. Por Eduardo Martínez de la Fe.
Impronunciable. Dave's Graphics.
Ilya Prigoginepasará a la historia como el principal artífice de una revolución conceptual que en los años ochenta del pasado siglo supuso un avance considerable en la comprensión de la lógica de la vida, de los mecanismos evolutivos, de la flecha del tiempo y, sobre todo, de la posición que el ser humano ocupa en el Universo.
A pesar de su denso contenido conceptual, puede decirse que la obra de Prigogine relativizó la ciencia gracias a sus teorías para el estudio de temas tan variados como el tráfico automovilístico, las sociedades de insectos o el crecimiento de las células cancerosas.
Sin embargo, también es cierto que su aportación no ha sido suficientemente reconocida por la comunidad científica. De un lado por tratarse de una teoría que abarca todos los aspectos de la ciencia, incluidas la Relatividad y la Física Cuántica, lo que dificulta su asimilación. De otro lado, porque total o parcialmente la teoría ha sido asumida o criticada por otros investigadores, lo que ha diluido la aportación de su principal artífice.
En realidad, Prigogine dirigió un pequeño equipo de investigadores de la Universidad Libre de Bruselas que fue el que articuló en gran medida la nueva revolución conceptual, recogida por Antoine Spire en el libro La Pensée-Prigogine. El hecho de que gran parte de esta contribución haya sido formulada en francés ha impedido también una difusión mayor de su contenido.
Tercera concepción de la realidad
Esta revolución conceptual o Pensamiento Prigogine ha sido definida por el mismo Premio Nobel como la tercera concepción de la realidad. La primera concepción fue la mecanicista, que describe la realidad como reversible y repetitiva, y por ello determinista. La segunda concepción es la realidad cuántica inaccesible, descrita únicamente por probabilidades matemáticas, y por ello relativista.
La tercera concepción es la de un Universo en permanente construcción, que es la aportación de Prigogine. I[Vivimos un período de transición. A un universo mucho más complejo de lo que nos imaginábamos, le corresponde una formulación diferente de los problemas]i, escribió el Premio Nobel.
La hipótesis central es que estamos en un mundo en construcción en el cual el hombre, al igual que la naturaleza, inventa continuamente. Esta hipótesis se apoya en los trabajos de Prigogine sobre las estructuras disipativas y la dinámica de los procesos irreversibles, que le valieron el galardón del Nobel, para concluir que el Universo está formado por sistemas dinámicos inestables cuya evolución no se puede predecir, sino únicamente describir como probabilidades futuras.
Para Prigogine, un sistema disipativo es el que, lejos de su estado de equilibrio (ya sea el reposo o la ausencia de organización) evoluciona espontáneamente, por aportación de energía, hacia un mayor nivel de organización en el que la entropía (o degradación) es inferior a la de su estado inicial.
Interacción con el entorno
La dinámica de los procesos irreversibles se basa en que el aumento de entropía o degradación establecido por el segundo principio de la termodinámica deja de tener validez cuando se aplica a sistemas abiertos como los biológicos, porque en este supuesto la interacción de estos sistemas vivos con el entorno transforma la fatalidad de la entropía en la ventaja de la evolución hacia un nuevo estado más rico y complejo.
Eso quiere decir que el segundo principio de la termodinámica no ha dejado de ser válido, sino que es inoperante cuando se aplica a un sistema y su entorno al mismo tiempo. Un individuo está bien definido como tal, pero al mismo tiempo está implicado en un orden más extenso, explica al respecto Prigogine aportando rigor científico al pensamiento de Ortega y Gasset: yo soy yo y mis circunstancias.
Esto lleva al Nobel a la formulación de una Nueva Alianza entre el hombre y la naturaleza que termine con la visión determinista y fatalista de la vida para devolver al ser humano el protagonismo que le concede la naturaleza como sistema alejado del equilibrio.
Innovación permanente, futuros abiertos, tiempo irreversible, atractores externos que rigen las trayectorias de las partículas (y las personas) en el espacio, creación de orden a partir del desorden, equilibrio lejos del equilibrio, puntos de bifurcación que señalan la inestabilidad de una situación nueva y la emergencia de nuevas posibilidades, son las características de la evolución.
Principios extensibles
Son principios todos ellos extraídos de los sistemas naturales y que Prigogine tuvo el acierto de hacer extensivos a los sistemas biológicos, las sociedades animales y humanas, aportando así una nueva aproximación al conocimiento del Universo en la forma de ciencia del devenir, lo que supone la recuperación de la incertidumbre y el redescubrimiento de un futuro que podemos construir a la medida de nuestras aspiraciones porque así ocurre en el mundo natural.
De esta forma, el final de las certezas absolutas se convierte en el comienzo de una nueva certeza: la responsabilidad humana en la construcción de su futuro, a la búsqueda de un nuevo desorden, como señala Prigogine evocando a Luis Aragon.
Desde esta perspectiva, el Universo ya no es el reloj de Newton, sino un modelo caótico de evolución biológica que demanda la revisión de nuestros componentes culturales porque la ciencia sólo emerge en función de las ideas que las personas nos hacemos del mundo.
Para Prigogine, son las nuevas ideas que aporta su concepción del mundo las que ayudarán a la ciencia a continuar su camino, liberada de prejuicios como que son nuestros limitados conocimientos los que nos impiden describir la complejidad del Universo. El caos es imprevisible por naturaleza, aseguraba taxativo.
Isabelle Stengers, que colaboró con Prigogine en alguno de sus libros, dijo del Nobel en Le Soir lo que puede ser un buen epitafio: Realmente fue un pionero con sus sistemas físico-químicos alejados del equilibrio. Era una nueva forma de pensar que, sin embargo, no revolucionó la filosofía, al contrario que ocurrió en la física.
A pesar de su denso contenido conceptual, puede decirse que la obra de Prigogine relativizó la ciencia gracias a sus teorías para el estudio de temas tan variados como el tráfico automovilístico, las sociedades de insectos o el crecimiento de las células cancerosas.
Sin embargo, también es cierto que su aportación no ha sido suficientemente reconocida por la comunidad científica. De un lado por tratarse de una teoría que abarca todos los aspectos de la ciencia, incluidas la Relatividad y la Física Cuántica, lo que dificulta su asimilación. De otro lado, porque total o parcialmente la teoría ha sido asumida o criticada por otros investigadores, lo que ha diluido la aportación de su principal artífice.
En realidad, Prigogine dirigió un pequeño equipo de investigadores de la Universidad Libre de Bruselas que fue el que articuló en gran medida la nueva revolución conceptual, recogida por Antoine Spire en el libro La Pensée-Prigogine. El hecho de que gran parte de esta contribución haya sido formulada en francés ha impedido también una difusión mayor de su contenido.
Tercera concepción de la realidad
Esta revolución conceptual o Pensamiento Prigogine ha sido definida por el mismo Premio Nobel como la tercera concepción de la realidad. La primera concepción fue la mecanicista, que describe la realidad como reversible y repetitiva, y por ello determinista. La segunda concepción es la realidad cuántica inaccesible, descrita únicamente por probabilidades matemáticas, y por ello relativista.
La tercera concepción es la de un Universo en permanente construcción, que es la aportación de Prigogine. I[Vivimos un período de transición. A un universo mucho más complejo de lo que nos imaginábamos, le corresponde una formulación diferente de los problemas]i, escribió el Premio Nobel.
La hipótesis central es que estamos en un mundo en construcción en el cual el hombre, al igual que la naturaleza, inventa continuamente. Esta hipótesis se apoya en los trabajos de Prigogine sobre las estructuras disipativas y la dinámica de los procesos irreversibles, que le valieron el galardón del Nobel, para concluir que el Universo está formado por sistemas dinámicos inestables cuya evolución no se puede predecir, sino únicamente describir como probabilidades futuras.
Para Prigogine, un sistema disipativo es el que, lejos de su estado de equilibrio (ya sea el reposo o la ausencia de organización) evoluciona espontáneamente, por aportación de energía, hacia un mayor nivel de organización en el que la entropía (o degradación) es inferior a la de su estado inicial.
Interacción con el entorno
La dinámica de los procesos irreversibles se basa en que el aumento de entropía o degradación establecido por el segundo principio de la termodinámica deja de tener validez cuando se aplica a sistemas abiertos como los biológicos, porque en este supuesto la interacción de estos sistemas vivos con el entorno transforma la fatalidad de la entropía en la ventaja de la evolución hacia un nuevo estado más rico y complejo.
Eso quiere decir que el segundo principio de la termodinámica no ha dejado de ser válido, sino que es inoperante cuando se aplica a un sistema y su entorno al mismo tiempo. Un individuo está bien definido como tal, pero al mismo tiempo está implicado en un orden más extenso, explica al respecto Prigogine aportando rigor científico al pensamiento de Ortega y Gasset: yo soy yo y mis circunstancias.
Esto lleva al Nobel a la formulación de una Nueva Alianza entre el hombre y la naturaleza que termine con la visión determinista y fatalista de la vida para devolver al ser humano el protagonismo que le concede la naturaleza como sistema alejado del equilibrio.
Innovación permanente, futuros abiertos, tiempo irreversible, atractores externos que rigen las trayectorias de las partículas (y las personas) en el espacio, creación de orden a partir del desorden, equilibrio lejos del equilibrio, puntos de bifurcación que señalan la inestabilidad de una situación nueva y la emergencia de nuevas posibilidades, son las características de la evolución.
Principios extensibles
Son principios todos ellos extraídos de los sistemas naturales y que Prigogine tuvo el acierto de hacer extensivos a los sistemas biológicos, las sociedades animales y humanas, aportando así una nueva aproximación al conocimiento del Universo en la forma de ciencia del devenir, lo que supone la recuperación de la incertidumbre y el redescubrimiento de un futuro que podemos construir a la medida de nuestras aspiraciones porque así ocurre en el mundo natural.
De esta forma, el final de las certezas absolutas se convierte en el comienzo de una nueva certeza: la responsabilidad humana en la construcción de su futuro, a la búsqueda de un nuevo desorden, como señala Prigogine evocando a Luis Aragon.
Desde esta perspectiva, el Universo ya no es el reloj de Newton, sino un modelo caótico de evolución biológica que demanda la revisión de nuestros componentes culturales porque la ciencia sólo emerge en función de las ideas que las personas nos hacemos del mundo.
Para Prigogine, son las nuevas ideas que aporta su concepción del mundo las que ayudarán a la ciencia a continuar su camino, liberada de prejuicios como que son nuestros limitados conocimientos los que nos impiden describir la complejidad del Universo. El caos es imprevisible por naturaleza, aseguraba taxativo.
Isabelle Stengers, que colaboró con Prigogine en alguno de sus libros, dijo del Nobel en Le Soir lo que puede ser un buen epitafio: Realmente fue un pionero con sus sistemas físico-químicos alejados del equilibrio. Era una nueva forma de pensar que, sin embargo, no revolucionó la filosofía, al contrario que ocurrió en la física.
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