» » Comprobado: el dinero no compra la felicidad


¿Sueña con ganarse la lotería y ser feliz para siempre?
Muchos de nosotros también, pero antes de que ponga todas sus esperanzas
 en un boleto, hay algo que debe saber: toda la evidencia apunta a que ni
 siquiera un premio grande hará mucha diferencia al final.
Un estudio -"Ganadores de lotería y víctimas de accidentes: 
¿es la felicidad relativa?"- encontró que la gente que ganó grandes
 premios no eran más felices que quienes compraron boletos pero no ganaron
.Ganarse la lotería no es un tiquete a la felicidad verdadera, no importa cuán
 atractivo sea imaginar no volver a trabajar nunca y poder comprar todo lo 
que uno quiera.
Al parecer, si uno puede evitar las miserias básicas de la vida, tener un
 montón de dinero no te hace más feliz que tener poco.
Una manera de explicar esto es asumir que los ganadores de la lotería se
 acostumbran a su nuevo nivel de riqueza y sencillamente se adaptan a un
 nivel básico de felicidad, conocido como la "noria hedónica".
Otra explicación es que nuestra felicidad depende de cómo nos sentimos en
 relación con nuestros pares. Si uno se gana la lotería quizás se sienta más 
rico que los vecinos y piense que si se muda a una mansión en otro barrio
 será más feliz. Pero luego mira por la ventana y se da cuenta de que todos
 los nuevos amigos tienen casas más grandes.
Oro y joyas

Tener o no tener riquezas materiales no parece hacer la diferencia para ser feliz.

El misterio

Estos dos fenómenos sin duda juegan un papel, pero el misterio más
 profundo es por qué nos olvidamos de lo que nos satisface cuando 
podemos conseguirlo.
Los ganadores de la lotería podrían tener en cuenta la "noria hedónica"
 y el efecto de comparación social cuando se gastan la plata, y así podrían 
'comprar la felicidad'.
Pero parte del problema es que la felicidad no es un atributo como la altura,
 el peso o la renta, que pueden ser fácilmente medidos con un número.
La felicidad es un estado complejo y nebuloso que se alimenta de sencillos
 placeres pasajeros así como de recompensas más permanentes por
 actividades que sólo tienen sentido desde la perspectiva de años o décadas.
Por ello, quizás no es sorprendente que a veces nos quede difícil actuar
 de manera que nos haga más felices.
Las memorias imperfectas y la imaginación hacen que nuestras elecciones 
momento-a-momento no siempre reflejen nuestros intereses a largo plazo.
Parece incluso que el mero acto de tratar de medir qué nos satisface
 más nos puede distraer y desviarnos de nuestro objetivo.
Un importante estudio de Christopher Hsee del Chicago School of Business
 y sus colegas mostró cómo puede ocurrir.
Helado de vainilla

Cuesta menos, pero gusta más, y sin embargo en el experimento no

 sucedió lo lógico.

Vainilla o pistacho

El estudio se basaba en una elección simple: a los participantes se les 
ofreció la opción de trabajar seis minutos por un galón de helado de vainilla 
o siete minutos por uno de pistacho.
En condiciones normales, menos del 30% escoge la tarea de siete minutos,
 y los que lo hacen es porque les gusta más el helado de pistacho.
Para los estudiosos de la felicidad, eso no es difícil de interpretar: los que 
quieren helado de pistacho están motivados a trabajar más tiempo
 por el sabor preferido.
Pero el experimento ofrece una comparación extra que es vital.
A otro grupo de participantes se les ofrecieron las mismas opciones,
 pero con un sistema de puntos:
Trabajar seis minutos les daba 60 puntos; trabajar siete minutos les 
significaba 100 puntos.
Con entre 50 y 99 puntos recibirían un galón de helado de vainilla.
Con 100 puntos, uno de pistacho.
A pesar de que las acciones y los efectos eran los mismos, la introducción 
del sistema de puntos afectó dramáticamente la elección de la gente.
La mayoría escogió trabajar por más tiempo para ganar los 100 puntos
 para poder recibir el helado de pistacho, a pesar de que el 70% dijo que 
le gustaba más el helado de vainilla.
Basado en esto y en otros experimentos, Hsee concluyó que los participantes 
estaban maximizando sus puntos a expensas de maximizar su felicidad.
Los puntos son sólo un medio, algo que nos permite conseguir algo que 
disfrutaremos.
Pero el hecho de que esos puntos son fáciles de medir y comparar -100 
es obviamente más que 60-, eclipsa el hecho de que un helado nos 
gusta más que el otro.
Así que la próxima vez que vaya a comprar la lotería por el premio que 
ofrecen o a escoger un vino mirando el precio o a comparar ofertas de trabajo
 según el salario que le ofrecen, quizás le convenga detenerse a pensar cuán
 feliz le hará esa apuesta, vino o trabajo, en vez de sólo fijarse en los números 
para tomar la decisión.

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